Desde pequeños, todos hemos vivido situaciones estresantes o conflictivas que nos han podido marcar o
influir en el marco de nuestra vida de manera positiva o negativa. En
ocasiones, los problemas de un niño pueden parecer tontos para un adulto, pero
no lo son, deben de tomarse en serio para no causarle traumas, miedos o resentimientos que puedan
afectarle en su vida adulta.
Los
principales traumas suelen aparecer por accidentes,
pérdida de un ser querido, abusos, peleas o castigos. En cualquiera de estos
casos, cuando el trauma es muy grande y el niño no es capaz de superarlo solo,
la ayuda
psicológica puede
ser necesaria y en muchos casos efectiva.
Para evitar traumas en la infancia basta con que
los niños se sientan queridos, felices y que tengan cierta autoestima a pesar
de su corta edad. Los traumas pueden ocasionar situaciones de estrés, nervios,
inseguridad y hasta pueden formar un patrón intrínseco en nuestro
comportamiento, por lo es fundamental encontrar el problema y tratar de
cortarlo de raíz.
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