Me ha interesado este tema desde un principio porque es parte de nuestra sociedad y
lamentablemente en un día a día se sigue llevando a cabo. Aunque estemos en el
siglo XXI.
No obstante, cuando
hablamos de jóvenes violentos en la sociedad actual y específicamente cuando
evaluamos la sociedad puertorriqueña nos tenemos que plantear las siguientes
interrogantes: ¿son más violentos los niños o jóvenes que atentan contra otros,
contra sus padres o contra sí mismos; qué los adultos que son responsables de
servir como modelos, o qué las organizaciones o instituciones sociales que se
supone sirvan como instrumentos de socialización?
O sea, ¿es más violento el joven que
asalta una tienda con un arma, respondiendo a satisfacer de manera inadecuada
las demandas de una sociedad capitalista de consumo, o el funcionario público,
profesional reconocido, que es convicto por actos de corrupción, soborno,
malversación de fondos, violencia doméstica o abuso de menores?
Debemos analizar también la “violencia
del sistema o violencia estructural”, como es por ejemplo la falta de
cumplimiento del gobierno de los derechos básicos, o la negación o violación de
los mismos y la falta de satisfacción de las necesidades para lograr un óptimo
desarrollo humano.
En un país que transita en conflictos
se hace necesario ampliar la visión cuando analizamos las causas del
comportamiento violento. Los profesionales de la conducta no nos podemos ubicar
o permanecer en una posición conservadora cuando tratamos de explicar o
entender la problemática de los niños y jóvenes violentos o establecer una
asociación directa de conductas de este tipo con sectores o clases sociales
específicas.
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