En la
actualidad ese orden violento se impone a través de situaciones sociales de
injusticia, como el desempleo, la marginación, la pobreza, la inseguridad, la
fragmentación y deterioro del tejido social, la pérdida de modelos adecuados a
quien imitar, la incertidumbre, y el desentendimiento de los derechos humanos,
produciendo, por su efecto devastador, mayor fragilidad en las personas.
Podríamos señalar que de este modo el
círculo de la violencia y la destrucción se pone en marcha y se va
reproduciendo en diferentes espacios y modalidades y en todos los planos:
institucional, grupal, familiar y personal.
Analizando este fenómeno, encontramos
que el impacto de un orden de esta naturaleza sobre los seres humanos, produce
empobrecimiento personal, desbordes emocionales, nuevas patologías mentales y
hace que las funciones paternales de asistencia, cuidado, protección y afecto,
estén empobrecidas o no estén garantizadas, lo que convierte al propio hogar en
un espacio peligroso, que ofrece un terreno fértil para que se produzca el
comportamiento violento.
De esta manera el hogar se convierte
en la cuna donde crece la violencia familiar en todas sus manifestaciones. Y
este círculo violento se reproduce, resultando en niños violentados que se
convertirán en jóvenes y adultos violentos.
Por lo tanto, la violencia es una
forma de conducta que está inspirada por diversos móviles. Existe una marcada
interrelación entre los factores individuales y el medio ambiente, para que se
desarrolle un comportamiento violento, o para que se geste una personalidad
violenta. Es un asunto complejo y multifactorial que merece un amplio estudio y
análisis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario