1. Los pactos de “gobierno”
He pactado con mi hija de 12 años
que si no chilla en todo el día, la dejo acostarse a la hora que quiera.
¡Funciona! Ni un grito en 10 días y se acuesta muy poco más tarde de la hora
habitual. Voy a intentar nuevos pactos con ellos.
2. No estresarme si no funciona
Cada día estoy más convencida de
que nuestros hijos son un espejo nuestro. La semana pasada, en un momento en el
estábamos todos enfadados, me di cuenta de que, en realidad, la que estaba de
mal humor era yo y se lo había contagiado a los demás. Me fui a pasear, a
desestresarme y a la vuelta volvió la calma.
3. Si los demás están de mal
humor, ¡ni caso!
Cuando son los otros los que están
de mal humor, debemos respirar y hacerles el menor caso posible. Parece
mentira, pero si conseguimos no contagiarnos, incluso hacer una broma, se les
pasa.
4. Dividir responsabilidades
Por escrito, en un cuadro y que
sean fáciles para cada uno, incluso que las elijan ellos. Para que las hagan,
se puede condicionar alguna otra actividad que les guste a que terminen primero
esa. Al principio cuesta, pero luego se habitúan y ¡no protestan!
5. No enfadarme, aunque TODOS
intenten sacarme de quicio
Realmente ninguno quiere que nos
enfademos, nos prefieren alegres; además, el buen humor es contagioso. A veces
pensamos que el mundo está en contra nuestra, pero no es así, en realidad no
somos tan importantes… Si tratas de sonreír a todas horas, te encontrarás
disfrutando más de cada instante. Suena a “buenista” pero funciona.
6. Cuando esté con ellos, el
tiempo que sea, voy a estar con ellos de verdad
Cuando no esté trabajando he
decidido dedicarme a ellos de verdad: hacer deporte juntos, pasear, nadar,
charlar, lo que sea, pero con toda mi atención.
7. Voy a aplicar la neuroconciliación
En el trabajo me centro en el
trabajo, en casa, me centro en casa. No puedo vivir con el cuerpo en un sitio y
la mente en otro: genera mucho estrés.
8. Me voy a concentrar y, para
ello, voy a apagar el móvil y el ordenador a ratos, olvidando el trabajo!
A veces creemos que estamos con
ellos, o realizando una tarea concreta, pero en realidad atendemos a mil cosas:
mensajes, llamadas, correos, etc., en realidad nos cuesta mucho concentrarnos
en una sola actividad y tardamos más de la cuenta en hacerla y la calidad no es
todo lo buena que podría ser. Se es mucho más eficaz cuando uno se concentra en
una sola cosa. Voy a aprender a apagar el móvil y a no consultar Internet en
intervalos de hora y media.
9. ¡Quiero dejarles ser!
No necesito tener razón, ni que
sean o se comporten como yo quiero (salvo que sea algo realmente peligroso para
su salud). Voy a tratar de entender su realidad, sus conflictos, sus cambios
hormonales… No hacen las cosas para fastidiarme, solo necesitan experimentar.
Nunca aprenderán a tomar las decisiones correctas si me empeño en decidir por
ellos.
10. Hablar con ellos y decirles
cómo me siento
Cuanto más hablo con ellos, más
cerca están y son más capaces de sentir empatía y colaborar en la armonía
familiar de buen grado y cuando yo no me sienta bien, esté cansado (a) o de mal humor, se lo voy a decir, así
aprenderán a hacer lo mismo y podré comprenderles mejor.
No sé si funcionará, supongo que a
ratos, pero lo voy a intentar. Y tú ¿tienes planes para que las vacaciones de
tus hijos no te vuelvan loco? Ten en cuenta que vayas donde vayas, esos
“planes” pueden viajar contigo.
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