“La
violencia contra los niños y niñas es intolerable. La Protección de la infancia
es una causa que nos atañe a todos. Solo será posible liberarnos de la
violencia si los parlamentarios respetamos nuestros deberes hacia la infancia y
los ponemos en práctica. Dado que tenemos la facultad de legislar, de controlar
la aplicación adecuada de las leyes, de asignar recursos financieros y de
movilizar la opinión pública, los legisladores podemos marcar una diferencia
importante en la vida de los niños y niñas”.
Pier
Ferdinando Casini
Presidente
de la Unión Interparlamentaria
La violencia se da en colegios e instituciones -como orfanatos y otros centros de acogida-, en las calles, el lugar de trabajo y las prisiones y el hogar. Los niños y niñas padecen violencia en sus casas, en el seno de sus familias o por parte de otros niños y niñas. Un reducido números de los casos de violencia ejercida contra los niños y niñas termina en muerte; pero lo más frecuente es que ni siquiera deje huellas visibles. Aún así, constituye uno de los problemas más graves que actualmente afectan a la infancia.
Una
gran parte de la violencia permanece oculta. En ocasiones, los niños y niñas se
sienten incapaces de denunciar los actos de violencia por miedo a las
represalias de su agresor. Puede ocurrir también que ni los niños y niñas ni el
agresor vean nada malo o inusual en estas prácticas, o que ni siquiera piensen
que estos actos violentos constituyen violencia, y los consideren más bien como
castigos justificados y necesarios. Puede que el niño maltratado se sienta
avergonzado o culpable, pensando que se trata de un castigo merecido. Esto es a
menudo la causa de que el niño se muestre reticente a hablar de ello.
La
violencia es omnipresente en las sociedades en las que los niños y niñas
crecen. La ven en los medios de comunicación, y forma parte de las normas
económicas, culturales y sociales que configuran el entorno del niño. La
violencia tiene sus raíces en cuestiones como las relaciones de poder asociadas
al género, la exclusión, y la ausencia de protección por parte de un tutor
adulto y de reglas sociales que protejan o respeten a la infancia. Otros
factores pueden ser el consumo de drogas, el fácil acceso a armas de fuego, el
consumo de alcohol, el desempleo, la delincuencia, la impunidad y el
encubrimiento.
La violencia puede tener consecuencias graves para el desarrollo del
niño. En casos extremos resulta en lesiones graves o incluso muerte. No
obstante, también puede afectar a la salud del niño, a su capacidad de
aprendizaje o incluso a su voluntad de ir a la escuela. La violencia puede ser
causa de que el niño huya de su hogar, exponiéndole así a más peligros.
Asimismo la violencia destruye la autoestima de los niños y niñas y puede
imposibilitarles para ser unos buenos padres en el futuro. Los niños y niñas
que padecen violencia son más proclives de adultos a la depresión y al suicidio
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