La puta, la bruja y la pecadora
Es necesario cambiar patrones
culturales que justifican la violencia contra la mujer y que las mujeres
aprendan a identificar y a alejarse de un maltratador.
Desde su
alcoba oyó a sus padres gritando. Luego oyó solo a su padre y un ruido seco,
repetitivo. Bajó las escaleras con cuidado de no hacer ruido y se asomó a la
sala: vio a su madre en el suelo recibiendo patadas en el vientre. Nadie llamó
a la policía. Esta escena probablemente se repite en miles de salas, garajes,
jardines, cocinas de casas y apartamentos de Colombia. Desde los más humildes
hasta los más acaudalados: muchos hombres coinciden –de forma más o menos
explícita– en el desprecio a la mujer y justifican la consecuente sucesión de
maltratos y humillaciones.