La compasión no es la lastima ni pesar por el
desvalido. La compasión es la que duele con el dolor del otro, pero no se
postra con el; al contrario, cura sus heridas, enjuga sus lagrimas y le da la
mano invitándolo a andar.
Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos
momentos de nuestra vida, con aquellos que han caído en desgracia y los
desvalidos. La capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a
los demás se pierde día a día, recuperar esa sensibilidad requiere acciones
urgentes para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad.