El conflicto se inicia cuando falta
el reconocimiento de la propia naturaleza original y la del otro. Como
resultado, las influencias negativas externas dominan completamente el respeto.
Estabilizarse en el estado elevado del propio ser asegura auténtico respeto por
y de los demás debido a que se actúa con la conciencia de que todo ser humano
tiene un valor innato, que es puro y virtuoso. Esta forma de pensar garantiza
la victoria final, porque la interacción sobre esta base asegura que surja la
bondad inherente del propio ser y de los demás.
La causa de todas las debilidades
se origina en la ausencia de autorrespeto. La persona se llena de diferentes
deseos o expectativas, exigiendo consideración o respeto de los demás. La
persona, al hacerse dependiente de fuerzas externas en lugar de sus poderes
internos, mide el respeto mediante los factores físicos y materiales, tales
como la casta, el color, la raza, la religión, el sexo, la nacionalidad, el
estatus y la popularidad. Cuanto más se mide el respeto sobre la base de algo
externo, mayor es el deseo de que los demás tengan un reconocimiento hacia mí.
Cuanto mayor es ese deseo, más se es víctima del mismo y se pierde el respeto
hacia uno mismo y hacia los demás. Si las personas renunciaran al deseo de
recibir consideración de los demás y se estabilizaran en el estado elevado de
autorrespeto, la consideración y el respeto los seguiría como una sombra.
El desafío es desarrollar el valor
del respeto en el propio ser y darle una expresión práctica en la vida diaria.
Aparecerán obstáculos para probar la solidez del respeto y, con frecuencia, se
sentirán en los momentos de más vulnerabilidad. Es necesaria la confianza en
uno mismo para tratar con las circunstancias con seguridad, de manera
optimista, esperanzadora. En las situaciones en las que parece que todos los
apoyos se han desvanecido, lo que permanece fiel es el nivel en que se ha
podido confiar internamente en el propio ser.
Ambiente de respeto
El poder de discernir crea un
ambiente de respeto, en el que se presta atención a la calidad de las
intenciones, actitudes, conductas, pensamientos, palabras y acciones. En la
medida que exista el poder de la humildad en el respeto hacia el propio ser —y
el discernimiento y la sabiduría que permiten ser justo e imparcial con los
demás— habrá éxito en la forma de valorar la individualidad, apreciar la
diversidad y tomar en consideración la tarea en su totalidad. El equilibrio
entre la humildad y el autorrespeto da como resultado el servicio altruista,
una actuación honrosa desprovista de actitudes débiles tales como la arrogancia
y la estrechez mental. La arrogancia daña o destruye la autenticidad de los demás
y viola sus derechos fundamentales. Un temperamento así perjudica también al
transgresor. Por ejemplo, la tendencia a impresionar, dominar, o limitar la
libertad de los demás se manifiesta con el propósito de imponerse en detrimento
del valor interno, de la dignidad y la paz mental. El respeto original se
subordina a uno artificial.
Por tanto, pretender ganar respeto
sin permanecer consciente del propio valor original se convierte en el método
mismo para perderlo. Conocer el valor propio y honrar el de los demás es la
auténtica manera de ganar respeto. Puesto que tal principio tiene su origen en
ese espacio prístino de valor puro, los demás sienten intuitivamente, la
autenticidad y la sinceridad. En la visión y la actitud de igualdad existe una
espiritualidad compartida. Compartir crea un sentimiento de pertenecer, un
sentimiento de familia.
Ese sentido de honor y de valor
puede extenderse a la naturaleza. La falta de respeto y trabajar en contra de
las leyes de la naturaleza ocasionan un desequilibrio ecológico y desastres
naturales. Cuando el respeto y la reverencia se extiendan a la energía eterna
de la materia, los elementos servirán a la humanidad con precisión y
abundancia.
Respeto es el reconocimiento del
valor inherente y de los derechos innatos de los individuos y de la sociedad.
Estos deben ser reconocidos como el foco central para lograr que las personas
se comprometan con un propósito más elevado en la vida. El respeto y el
reconocimiento internacionales por los derechos intelectuales y las ideas
originales deben observarse sin discriminación. La grandeza de la vida está
presente en cada uno, por lo que todo ser humano tiene el derecho a la alegría
de vivir con respeto y dignidad.
Respeto es la
actitud y la acción del ser humano, de no dañarse a sí mismo, a sus semejantes
ni a su entorno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario