- Indiferencia (sentimiento), un sentimiento o postura hacia algo o alguien caracterizado por no ser ni positivo ni negativo, intermedio entre el desprecio y el aprecio; y relacionado con la apatía.
- La reacción comprensiva de un padre o madre de familia
ante las faltas de los hijos, por inmadurez, descuido o una travesura
deliberada, reprenden, animan y confían en la promesa de ser la última vez que
ocurra...
- En la escuela el profesor que consciente de la edad y las circunstancias particulares, corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio.
- Los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en el juego de balompié, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus modales...
- Toda persona en la oficina que roba tiempo a sus ocupaciones para explicar, enseñar y hacer entender a sus compañeros las particularidades de su labor, conocedor de su necesidad de trabajo y de la importancia del trabajo en conjunto.
Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y Servicio por poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.
Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora personal:
- Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y haz lo necesario para ayudarles.
- Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos.
- Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de efecto que les tengas.
- Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería soberbia e interés.
- Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o discapacitados con el firme propósito de llevar medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás que la compasión te llevará a ser útil de verdad.
Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo.
Es una de las virtudes teologales junto con la esperanza y
la fe. Los hombre en su recorrido por la vida no tienen la obligación
de convertirse en filósofos, políticos, ni sabios, pero si tienen la
obligación de ser buenos y justos
Caridad es la virtud sobrenatural infusa por la que la
persona puede amar a Dios sobre todas las cosas, por El mismo, y amar al
prójimo por amor a Dios. Es una virtud basada en fe divina o en creer en la
verdad de la revelación de Dios. Es conferida solo por gracia divina. No es
adquirida por el mero esfuerzo humano. Porque es infundida con la gracia
santificante, frecuentemente se identifica con el estado de gracia. Por lo tanto,
quien ha perdido la virtud sobrenatural de la caridad ha perdido el estado de
gracia, aunque aun posea las virtudes de esperanza y caridad. -Fuente: Fr. John
Hardon, Modern Catholic Dictionary, traducido por P. Jordi Rivero
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