sábado, 19 de abril de 2014

HABLEMOS SOBRE LA JUVENTUD DE HOY.


El identificarse con algún grupo de referencia en particular pasa muchas veces por la historia personal y social que cada sujeto tiene en el momento histórico que le ha tocado vivir y de la "sociedad" en la cual está inserto o se siente cercano, es decir, no es un proceso histórico al contrario está relacionado con aspectos muy íntimos de cada persona (procesos psicológicos y sociales) Ya sabemos que el ser humano es un ser social, por lo tanto está ligado a otros seres humanos con los cuales comparte un contexto. " en la medida en que la identidad representa un fenómeno procesual, y cambiante, históricamente ligado a contextos específicos"

La adolescencia es un periodo difícil.
Para algunos adolescentes se trata de una época dolorosa, ya que son conscientes del cambio físico que están "sufriendo" y pueden reaccionar de muy diferentes maneras.
Hay quien se vuelve irritable, susceptible e incluso atravesar periodos depresivos, más o menos largos y más o menos graves. Otros, pueden sentirse invulnerables y comportarse de forma arriesgada.
Ante todas estas diversas actitudes, muchos padres no saben como reaccionar o comportarse. 


Como nunca antes, la salud de los jóvenes está en jaque debido al alto consumo de alcohol, tabaco y drogas, al sedentarismo, al sobrepeso, a la escasa actividad física, a las relaciones sexuales sin protección y a la violencia interpersonal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actual generación de niños y adolescentes podría ser la primera en tener una esperanza de vida menor que la de sus padres. Cómo revertir lo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren casi dos millones de jóvenes de entre 15 y 24 años por causas prevenibles. Ese mismo grupo etario representó, en 2008, el 40% de los casos nuevos de infección por VIH entre los adultos. Anualmente, dan a luz alrededor de 16 millones de mujeres de entre 15 y 19 años. En el período de un año, se estima que el 20% de los adolescentes sufren un problema de salud mental, como depresión o ansiedad. ¿Cuántos jóvenes consumen tabaco? Ciento cincuenta millones. A diario, pierden la vida cerca de 600 personas de entre 10 y 29 años debido a la violencia interpersonal.

Contemplamos la posibilidad de que el párrafo que inicia esta nota lo deje knock out. Pero nada es al azar. ¿Por qué? Porque no hay nada mejor que tener toda la información entre las manos, por más desahucian te que sea. Porque una vez que se observa con claridad el panorama, es bastante más sencillo encarar el problema para extirparlo de raíz. Y porque se trata, ni más ni menos, que de los chicos del mundo. Y el diagnóstico preocupa… preocupa mucho.

Para la OMS, el avance de enfermedades condicionadas por el estilo de vida podría hacer que la actual generación de niños y adolescentes sea la primera, en décadas, en tener una esperanza de vida mucho menor que la de sus padres.
Las cifras oficiales arrojan que los jóvenes de 10 a 24 años representan una enorme proporción de la población: más de 175.000 millones. La mayoría de ellos están sanos; sin embargo, un número alarmante sufre reveses que reducen su capacidad para crecer y desarrollarse con plenitud, o adopta comportamientos que ponen en jaque su salud (presente y futura). ¿Los grandes enemigos? El consumo de alcohol, tabaco y drogas, el sedentarismo, el sobrepeso, la escasa actividad física, las relaciones sexuales sin protección y la exposición a la violencia. ¿Qué nos pasó para toparnos con semejante drama?

La sociedad en su conjunto evolucionó y, en los últimos años, se suscitaron diversos fenómenos que nacen de profundas fases de cambio y crisis. Los jóvenes son la franja más susceptible de nuestra comunidad, y es en ellos donde se reflejan los síntomas más enfermos de los tiempos que imperan. Pero no es algo exclusivo de los menores: estamos frente a un desafío social.

Varios paradigmas se reformularon: se aceleraron los ritmos de trabajo, la competencia por los puestos laborales es feroz, aumentó la cultura del consumismo –así como su difusión globalizada– y el modelo de familia tradicional está cuestionado. A la vez, está amenazado el sentido de la propia existencia, el del esfuerzo y el de la proyección. Y la salud se encuentra minada por las distancias que existen para llegar a la oficina, por las comidas rápidas, por los estimulantes para mantenerse despiertos y por la dificultad para acceder a los espacios verdes. Internet y los medios visuales hacen lo suyo: estimulan y generan, desde la infancia, dependencia y adicción, creando la ilusión de protagonismo.

Según la OMS, la promoción de prácticas sanitarias para adolescentes y la adopción de medidas tendientes a protegerlos frente a distintos riesgos son fundamentales para el devenir de los países y para prever la aparición de inconvenientes en la edad adulta. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce la necesidad de “elaborar y ejecutar programas nacionales de salud para el bienestar, mental y físico, de los adolescentes”.
Hasta hace unos años, los chicos realizaban juegos que implicaban movimiento y la puesta en marcha de todo el organismo. La tecnología generó que el principal entretenimiento de nuestra juventud se encuentre detrás de aparatos electrónicos (PC, consolas, celulares) que no requieren ningún tipo de esfuerzo corporal. ¿Cuál es el resultado final? Una generación marcada por el sedentarismo, con lo que ello implica: problemas en los huesos y en las articulaciones, sobrepeso y pérdida de masa corporal. Por otra parte, el alcohol y los estimulantes son, hoy por hoy, componentes claves en su diversión. Es utópico pensar que esto no dejará consecuencias. Lo mismo sucede con el tabaquismo… los jóvenes son fumadores sociales por excelencia. La necesidad de ‘pertenecer’, típica en la adolescencia, genera que se adopten estilos de vida para identificarse con un sector o una ‘tribu’. Estos grupos de pertenencia presentan elementos en común que congregan a sus integrantes, pero, más allá de la impronta diferencial que puedan tener, el alcohol, el tabaco y las drogas se insertan como característica elemental de estos clanes. Estos síntomas ya no penetran solo en una élite, sino que se introducen en todos los niveles, sin discriminar posición económica y/o social. En tales condiciones, los jóvenes son los primeros en ser alcanzados, sobre todo por su vulnerabilidad.
Hermanos de sus padres o padres de sus padres
Los hijos nacen en medio de ideologías masivas de reciprocidad, con lo que se niegan las di-simetrías entre padres e hijos. Los niños son tratados como hermanos de sus padres o como padres de sus padres, pero no como hijos. Es decir que ocupan casilleros que los adultos abandonan de manera prematura.

Estamos siendo testigos de una caída brusca de los ideales. Ciertos valores sociales y culturales, que fueron fuertes para generaciones anteriores, están, en la actualidad, perimidos, ‘fuera de moda’. Dentro de nuestra cultura, algo se degradó en relación con la autoridad parental y, en particular, con la imagen del padre. Esa degeneración produjo efectos, no garantías. Las figuras que podían centrar autoridad, y no autoritarismo, se devaluaron. La disimetría entre los adultos y los jóvenes es necesaria, pero se está esfumando. Hoy hay paridad entre los padres y sus hijos. Así, se pierden los referentes.

Para las estadísticas mundiales, 1 de cada 5 personas está atravesando la adolescencia, etapa en la cual la personalidad termina de estructurarse y asume un proceso de madurez que decantará en decisiones cruciales para su existencia. Familia y escuela deben asumir un rol más activo en la formación de los jóvenes y acompañar de manera más responsable su inserción en la sociedad. Desde inculcar buenos hábitos alimentarios hasta adoptar una postura más integradora en temas como la orientación vocacional, la inserción en el campo del trabajo, la 

No hay comentarios:

Publicar un comentario