Que pasa con la sexualidad despues de una violación 3ra. parte

Los temores y la repercusión que genera una violación en la vida íntima de una mujer y/o un hombre derivan muchas veces en la angustiante aparición de fantasmas y/o bloqueos, que dificultan el reinicio o el buen desarrollo de la actividad sexual de la víctima. No obstante, si bien una violación es un momento de ruptura porque hay un antes y un después, "no tiene porqué estigmatizar "Una violación tiene un alto impacto emocional, no sólo en el cuerpo biológico, sino también en la propia interioridad, en la psiquis, en la vida afectiva y de relación", puede dejar su marca, no necesariamente es un dolor acuciante y permanente. Los temores están relacionados en un primer momento con la parte física, como la posibilidad de embarazo o de infecciones, y se expresan a través de preguntas como: "¿se nota?, ¿se ve?, ¿estoy bien?, ¿estoy sana?, ¿hasta dónde me lastimó?" 





El modo en que impacta una violación en la propia sexualidad de la víctima depende de muchos factores como la edad, si la víctima era virgen o no -casos que se dan con mucha frecuencia-, si tiene pareja o no, su propia historia y las características específicas de la violación "El reinicio de las relaciones sexuales puede ser un tema conflictivo y puede suceder que la persona que ha sido violada no quiera ser tocada por su pareja. Es necesario aclarar que no hay que presionarla, hay que respetar sus tiempos", hay muchas que siguen con sus relaciones y otras que empiezan con sintomatología de vaginitis, que no tienen lubricación o temen a la oscuridad, porque tal vez la violaron en un lugar oscuro" Más allá de las experiencias que traducen los especialistas,

Cuando hablar es el comienzo del tratamiento

Muchas mujeres violadas relatan sus historias ante los servicios de asistencia profesional como si estuviesen contando una película, pero en otros casos las víctimas ni siquiera pueden hablar. En ambas situaciones, dicen los especialistas, el sentimiento de las mujeres es de profundo dolor y de necesidad de contención "Cuando relatan lo que les pasó, hay mujeres que lo cuentan con detalle, con distancia, como una película, con disociación, y esto no quiere decir que no tenga repercusiones internas, de angustia, de dolor, de desborde. Esa distancia es un mecanismo de defensa para sostenerse", contó la especialista María Blanco. Esta disociación "después se va uniendo con el trabajo terapéutico y entonces aparece la angustia, el llanto, el dolor; luego el tema es poder resignificarlo", agregó. "Hay mujeres que dicen que en el momento en que la estaban violando sentían que su cuerpo estaba ahí pero su mente no, hacen una disociación instrumental, porque si no sienten que pueden volverse locas, por esa fantasía de que el violador le lleva todo, su cuerpo, su identidad", "Cuando vienen al consultorio hablan de la violación directamente y describen cómo fue, que la penetraron, dónde estaba. Muchas veces hay como una disculpa, 'yo no sabía, no me di cuenta qué estaba pretendiendo, no me di cuenta en qué situación me vi involucrada' ", "hay chicas que lloran y no quieren hablar. Vienen y me advierten que no pueden contar nada, que no se acuerdan, piensan que si no lo cuentan se van a olvidar más fácil y optan por buscar contención y acompañamiento; la idea entonces es acompañar a la persona para que esto en algún momento se pueda desplegar",

Síntomas en el cuerpo

A diferencia de los casos de violación, en los que la víctima revela expresamente el motivo de su consulta al acudir a un servicio hospitalario, el abuso sexual se detecta muchas veces a través de síntomas en el cuerpo y no mediante el relato.

"La situación de abuso se manifiesta a través de la entrevista no como motivo manifiesto sino como un motivo latente. Es la chica o la mujer que viene por una situación, por ejemplo, de un dolor abdominal crónico, que uno no encuentra mucha explicación", muchas veces el abuso sexual es la causa de trastornos alimenticios, como la bulimia o la anorexia.

Otros datos importantes acerca de la violación son:

Con mucha frecuencia, el violador es un hombre de 25 a 44 años de edad que premedita su ataque y, por lo general, selecciona a una mujer de su misma raza.

El alcohol está implicado en más de 1 de cada 3 violaciones.

La violación puede ocurrir entre personas del mismo sexo, lo cual es más frecuente en lugares como prisiones, instalaciones militares y escuelas no mixtas.

Las personas con discapacidades mentales o físicas o con dificultades en el habla también están en mayor riesgo, al igual que las prostitutas.

Más de la mitad de las violaciones suceden en la casa de la víctima.