Partamos por lo primero: ¿qué entiendes por amor? Si bien cada persona tiene su propia manera de verlo y de vivirlo, no es menos cierto también que aquellas maneras pueden llevar a modos dolorosos de vivir.
Una manera clásica de entender el amor es aquella que cree que es una
emoción que está instalada al interior de los seres humanos y que brota, como
una espuma desbordante, en aquellos momentos en que sentimos intensamente por
otro u otra persona.
También se tiende a pensar ideas asociadas al amor, como que este debe
tener o ir acompañado de algo de celos, de dolor por la no presencia del otro y
por una "entrega total" al otro. Así las personas dicen: "darse
por entero". Estas ideas no son tan extrañas, ya que han sido construidas
y educadas por años en nuestras vidas. Así vemos y escuchamos imágenes y
canciones que nos dicen que amar es, de algún modo, "sufrir si el otro no
está", "si tú no estás me falta el aire", "sin ti yo me
muero", "cuando tú no estás, yo no soy nadie", en fin....
Estas maneras de construir y vivenciar el amor, si bien son válidas y asociadas al romanticismo, tienen incrustadas dentro de sí el germen del dolor y el sufrimiento, ya que al vivir el amor desde el apego, desde la dependencia, desde la transgresión total de uno mismo, en pos de, "supuestamente", el otro(a), estamos sembrando la posibilidad de que cuando ese otro(a) no cumpla mis expectativas o no esté a mi lado, sencillamente, la sensación de derrumbamiento es total. Nos hacemos "adictos" al otro(a), llegamos a creer que sin la pareja no podemos existir y ello es abrir la puerta al sufrimiento.
De este modo, generamos relaciones tormentosas, y quedamos atrapados en
relaciones de las cuales creemos que es muy difícil salir.
Así, si vivimos pensando que el amor está instalado dentro nuestro como una
emoción, si pensamos que sin el otro mi vida no tiene sentido, si creemos que
estar en pareja es "darse por entero" (como si ello fuera posible
concretamente), creamos a veces sin darnos cuenta, un mundo afectivo insano,
dependiente y sufrido en nuestra relación amorosa.
Por el contrario, si vemos al amor como al aceptación del otro y de uno
mismo, si entendemos que amar es comprometerse y que es un acto que está más
allá de las "emociones momentáneas", y que estar con alguien en una
relación afectiva es una decisión, una opción que más tiene que ver con lo que
uno quiere (si es que se alanza a dar cuenta de lo que quiere), y que esta
decisión se opta por diversas razones, como tener un proyecto, como aceptar al
otro, como querer acompañarse en la vida (por el tiempo que sea), como querer
estar en la evolución conjunta y desarrollarse en lo personal y como
pareja, entonces quizás, veamos más allá y tomemos mejores decisiones para nuestras
vidas, y nos alejemos de aquellas relaciones que no nos hacen bien y que
se convierten en tormentosas, de las cuales nos parece tan difícil salir,
y que "caemos una y otra vez", como tropezar con la misa piedra.
Sí, se puede salir de una relación tormentosa, pero requiere enmendar el
rumbo, cambiar algunas viejas ideas y tomar conciencia de aquello que me hace
estar ahí, y no echarle la "culpa" al amor, y asumir que se tiene lo
que se busca (al menos no conscientemente).
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