LA ALEGRIA
La palabra alegría deriva del latín alicer-alecris, que
significa vivo y animado. Es una de las emociones básicas,
junto con el miedo, la ira, el asco, la tristeza y la sorpresa.
Es un estado interior fresco y
luminoso, generador de bienestar general, altos niveles de energía y una
poderosa disposición. La alegría es una emoción, la acción constructiva, que
puede ser percibida en toda persona, siendo así que quien la experimenta, la
revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos.
La tristeza
Es
una de las emociones básicas
del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la alegría y
la sorpresa.
Estado afectivo provocado por un decaimiento de la moral. Es la expresión del dolor
afectivo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, etc. A
menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o
cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. La alegría
es la emoción contraria.
La
tristeza puede ser un síntoma de la depresión,
que se caracteriza, entre otras cosas (abatimiento general de la persona,
descenso de la autoestima y
sentimientos de pesimismo, desesperanza y desamparo), por
una tristeza profunda y crónica. En psiquiatría se
habla de tristeza patológica cuando hay una alteración de la afectividad en que
se produce un descenso del estado de ánimo, que puede incluir también
pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación.
La tendencia alternativa entre las emociones de alegría y de tristeza es la
labilidad emocional. Los síntomas de la tristeza son: llorar, nervios, rencor y
decaimiento moralmente.
EL ASCO
Asco es la denominación de
la emoción de fuerte desagrado y disgusto hacia sustancias y objetos
como la orina, como
determinados alimentos, excrementos,
materiales orgánicos pútridos o sus olores o bien hacia personas las cuales nos
produzcan la necesidad de expulsar violentamente el contenido del estómago a
través de la boca. A diferencia de otras formas menores de rechazo, el asco se
expresa mediante violentas reacciones corporales como náuseas, vómitos,
sudores, descenso de la presión sanguínea e incluso el desmayo. La
ciencia trata el asco como una emoción elemental en lugar de como instinto, pues
no es innato, sino que se desarrolla mediante la socialización.
Es un mecanismo
social condicionado por la
cultura y transmitido mediante la pedagogía, que emplea reflejos faciales y
náuseas para preservar la identidad básica social, adquirida de forma
prerracional»1
El asco desempeña un papel en algunas fobias,
pero la característica esencial de una fobia es el miedo, no el asco. La
sensibilidad extrema al asco se considera parte de la idiosincrasia.
En la enfermedad de Huntington el enfermo no siente asco, ni
identifica las expresiones de asco de los demás. Este síntoma es uno de los
primeros en manifestarse.
El Origen
El asco se origina en el cerebro, en las amígdalas cerebrales, que pertenecen al sistema
límbico, donde se procesan también otras emociones. La activación de estas
áreas por el asco ha sido demostrada experimentalmente. La capacidad de sentir
asco es innata, pero la sensación de asco se adquiere en el transcurso de los
primeros años de vida mediante la socialización. Se ha comprobado que los niños
pequeños no sienten asco hacia sustancias, objetos u olores; se pueden meter
por ejemplo excrementos, insectos o lombrices en la boca. Ocasionalmente, los
neonatos reaccionan con gestos faciales a los líquidos de sabor amargo, aunque la
mayoría de los científicos no interpretan esta reacción como asco, sino como
aversión gustativa innata, así como la preferencia por el sabor dulce es también innata. A diferencia de los
adultos, que reaccionan con asco frente a olores como los de excrementos o el
sudor, los niños no manifiestan esta reacción hasta los tres años.
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