lunes, 17 de octubre de 2011

La Adolescencia - Una etapa difícil


Nuestro hijo está tan desconcertado como nosotros. Está entre una cosa y otra, entre el niño y el adulto, entre las normas familiares y la rebeldía. Se encuentra en plena adolescencia, y es durante este período conflictivo cuando debe asumir como propias las exigencias que hasta ahora marcábamos los padres. Para ello, necesita ciertos estímulos que nosotros podemos facilitarle.
Cuando se pregunta a los padres sobre la manera de exigir responsabilidades a los adolescentes, se suele obtener dos tipos de respuestas, más o menos matizadas: para unos la responsabilidad se obtiene mediante la autoridad, para otros mediante la libertad.


Seguramente, ninguna de las dos propuestas es la solución. Las dos son difíciles de aplicar, y en estado puro están contraindicadas. La primera quizá reprimiría la personalidad del joven y lo convertiría en una persona dócil y manejable, mientras que la segunda podría convertirlo en un ser caprichoso y hedonista.
Las familias que imponen una disciplina dura a sus hijos suelen padecer menos la crisis y la angustia del momento. Generalmente las consecuencias afloran más tarde, cuando los hijos se han convertido en jóvenes irresolutos, incapaces de tomar decisiones importantes.
En cambio, las dificultades aparecen antes en las familias que
Se dice, y es cierto en nuestra sociedad, que la adolescencia es un período de crisis. Pero también es cierto que la palabra crisis se dramatiza injustificadamente. No se trata de una situación de riesgo en la cual el joven adolescente corre el peligro de autodestruirse, sino simplemente de una época en que el niño o la niña, que hasta ahora regulaba su conducta según la exigencia y valores paternos, debe aprender a autocontrolarse. En otras palabras, el niño que actuaba guiado por sus padres ha de convertirse en guía de su propia vida.
Así pues, el tiempo que va desde los 12 o 13 años a los 20 o 21 será un período de entrenamiento para conseguir solucionar la crisis, entendida como momento de cambio, final de una cosa y principio de otra.
Durante este largo período de crisis no es conveniente que los padres mantengan sistemas autoritarios que dirijan la conducta de los jóvenes, ya que con ello impedirían el desarrollo de su propia autonomía. Tampoco se deben adoptar sistemas permisivos que pongan en sus manos una libertad que sobrepasa su capacidad de discernir. Lo sensato es actuar de una manera progresiva, entregando pequeñas dosis de libertad basadas en el diálogo. Estas dosis se irán ampliando en función de la responsabilidad y coherencia demostradas.
Aceptada esta premisa, veamos algunos puntos de reflexión

Consecuencias de la falta de la figura del padre

Consecuencias de la falta de la figura del padre:

         La presencia del padre es de vital importancia en el desarrollo de los diversos aspectos evolutivos de la  vida de los hijos, aquí se señala de forma  general la ausencia de la    figura paterna o su presencia mínima:


         a) Perdida de contacto afectivo y lúdico con los hijos, la  presencia del padre, su comunicación   con los hijos, el tiempo que dedica a jugar con ellos es de vital importancia en la construcción del aparato psíquico del niño  y del desarrollo de su autoestima. ( Aunque esto puede constituirse, con mayor esfuerzo, gracias al discurso materno)  A veces los padres tendríamos que reflexionar sobre cuestiones como:


         1.-- ¿Cuánto tiempo dedico a jugar con mi hijo/a?


         2. - ¿Tengo un tiempo disponible a lo largo de la jornada para dedicar a mis hijos y comunicarme con ellos?


         3. - ¿Dejo que mis hijos programen en su tiempo libre mi presencia y aportación?


         4. - ¿Programo salidas recreativas y culturales atendiendo a sus necesidades sociales y educativas?


         b) Pérdida de la dinámica familiar, de importancia considerable para el desarrollo del concepto de familia del menor, el ejemplo de los padres es la garantía que los hijos sabrán enfrentarse con éxito a las relaciones con las personas del otro sexo.


         c) Aparición de conductas regresivas. Los niños que se encuentran en la etapa de educación infantil tienden a manifestar conductas regresivas cuando la figura del padre esta ausente: insomnio, crisis de rabietas, angustia de separación de la madre, pérdida del control de esfínteres, regresión en los hábitos de limpieza, estancamiento en las adquisiciones cognitivas, temores fóbicos.1


         Los adolescentes son los que más  sufren esta ausencia, presentan a corto plazo, inseguridad, soledad y a veces estados depresivos, tienden a manifestar esta ausencia de afecto y comunicación en forma de:


         1. -Fracaso escolar.


         2. - Conducta antisocial.


         3. - Dejadez, vagancia.


         4. - Consumo de productos tóxicos.2


  
         d) En la interacción paterno-filial, el padre contribuye al desarrollo emocional del hijo al proyectarse en su mente  como una persona competente, fuerte y segura de su masculinidad. Contribuye de igual forma al mostrarse  afectivo en su trato. Esto ayudara a forjar personas competentes y seguras en sus vidas personales.


         e) Durante la infancia los niños se benefician del contacto con un modelo paterno responsable, racional, benévolo, sereno y empático. Pero en el caso del niño la imagen del padre es especialmente importante a la hora de modular sus impulsos agresivos, (los padres que juegan con sus hijos, tienen éstos, unas  mayores posibilidades de autorregular su conducta, pues mediante el juego, y si éste es de forcejeo el niño conoce sus posibilidades y sus limitaciones, aprende a controlar sus fuerzas, reconoce cuando se ha excedido y aprende a pedir perdón)


         Con la interrelación del niño con el modelo paterno, éste va descubriendo el modelo de autoridad, expresado en el padre en forma de servicio, de ayuda, de seguridad en sí mismo, de saber intervenir de forma adecuada en situaciones conflictivas. Además el niño es capaz de configurar su identidad masculina y de forjar el talante del futuro padre.


         f) La imagen paterna se construye en la mente de los niños, no sólo de los rasgos de su progenitor, sino también de los atributos de otros hombres importantes de su infancia, y de cualidades paternas idealizadas en otros personajes que los niños captan de los ídolos de su tiempo. De ahí la importancia de valorar y confrontar las influencias ambientales que reciben los hijos.


         g) El apego que aporta el padre al niño con su intervención, servirá a éste de sostén emocional, la empatía del padre-hijo se articula con la futura disposición del hijo a adoptar actitudes de cooperación y su ausencia creara actitudes de conflicto.


        

  e) La figura del padre aporta al hijo protección. El niño que se siente protegido por su progenitor aprende y comienza a desarrollar conductas de autocuidado
Padre  ausente y las repercusiones en el ámbito psicológico según diversas perspectivas de análisis. Rodrigo Miguel y Eugenio Vargas. 2001. Universidad de Chile.

Ayudar al niño a comprender como controlar su ira, a expresar su frustración y su ira de manera apropiada, asumir responsabilidad por sus acciones y aceptar las consecuencias. Además, los conflictos familiares, los problemas escolares, y asuntos comunitarios se deben tratar.

Para algunos adolescentes el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de mismos. En algunos casos, el suicidio aparenta ser una “solución”.

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