Los humanos tenemos 42 músculos
diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas
determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan
diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que
en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de
comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que
el hombre es el animal social por excelencia.
Una emoción es un estado afectivo que
experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de
cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por
la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro
organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente,
en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.
En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente
involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que
utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el
modo en el que se percibe dicha situación.
DIALOGOS
INTIMOS O LUDICOS
Estos diálogos tienen un alto grado de participación afectiva,
tienen que ver especialmente con la
posibilidad de compartir alegrías, miedos, temores, fantasías, sueños, dudas,
tristezas y proyectos de vida.
Estos diálogos deben ser honestos, sinceros y calidos; al
utilizarlos se esta reconociendo al otro como un ser importante en la
transformación del mundo individual y familiar.
LAS PALABRAS
Ten cuidado con las palabras, pueden crear duda, dolor o
confusión.
Las palabras nos hacen caer en
abismos que… no quisiéramos. Nos llevan a la exageración. Pueden poner sombras
en la vida de otros y en la nuestra. Las palabras pueden ser cuchillos, hielo,
coraza, potro desbocado o sonido profundo de ironía. Las palabras pueden ser
juicios de temor, sospechas sin fundamento y regazos de duda… Ten cuidado
algunos fallan en interpretarlas. Las palabras son veloces y nadie corre lo
suficiente, para después de dichas recogerlas.
Cuanto hubiéramos dado muchas veces por haber guardado
silencio, por haber refrenado ese impulso de palabras agazapadas dentro de
nosotros.
La palabra es el don más grande dado por Dios. No la
manches, no la enturbies, no la contamines. Como llamitas apagadas por la
miseria humana, que te va dejando sin luz, algo que se rompe dentro de ti. Algo
que hizo llorar el corazón del Señor, y temblar el tuyo para pedir perdón.
Ximena
EL MIEDO, el terror, el pánico.
El
miedo, es decir “miedo a, miedo por, miedo de” algo.
Ya
sabemos que el miedo, que el miedo es una de las emociones limitantes más predominante, le sigue el terror y por último el pánico, es lo opuesto a la confianza, la cual podríamos definir como “FE EN LA
ALIANZA”. Es decir, cuando perdemos la
fe, inmediatamente abrimos lugar al miedo, que también es lo opuesto al amor.
El
miedo limita la capacidad de comunicarnos, de escuchar y hablar con el corazón.
Cuando
estamos en el miedo perdemos la esencia de del servicio y el empieza a pesarnos
hasta hacerse irreconciliable, así comienza a pelear la mente con el corazón.
Estamos
en discordia interna y cuando hay pelea interna, también la hay externa. De
esta manera empezamos las guerras, desde las mas intimas, hasta las mundiales.
EL TERROR: Es el miedo en su máximo exponente, es lo que comienza a invadirnos cuando sobrepasa el miedo.
EL PÁNICO: Miedo incontrolable e irracional.
Y estas emociones, como no, no están localizadas en el cerebro, mas concreta mente en el sistema líbico.
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